Todos nos hemos sentido estresados alguna vez. Por motivos negativos como problemas laborales o positivos como el nacimiento de un hijo. Pero… ¿Qué es el estrés y qué relación tiene con el dolor?.
El estrés se define como el conjunto de reacciones fisiológicas que prepara al organismo para la acción. No siempre es patológico, a veces es necesario ese proceso de adaptación para resolver las demandas de la vida, porque da la energía para sobrellevar situaciones como cambios laborales, responder a un examen…
La respuesta adaptativa (normal) del cuerpo a las situaciones provoca cambios en diferentes sistemas: hormonal, bioquímico, cardiovascular, neuroendocrino, sistema nervioso, muscular y psicológico. Pero cuando los niveles de estrés son muy altos esos cambios se alteran, no responden de forma normal y puede tener consecuencias negativas para la salud y bienestar.
Ese estrés constante es el que nos perjudica y del que nos ocupamos ahora. La mayoría lo describimos como sensación de agobio, preocupación y como que no podemos llegar a todo. El estrés puede afectar a cualquiera sean cuales sean sus circunstancias en la vida.
El nivel de estrés anormalmente elevado puede venir por una demanda excesiva del ambiente respecto a los recursos de que dispone la persona o interna como se ve en personas con niveles de autoexigencia muy elevada y trae consigo un conjunto de reacciones emocionales desagradables como la ansiedad, la rabia y la tristeza.
Esto tiene una relación directa con la salud y por lo tanto con el dolor, incrementando las sensaciones dolorosas ya presentes o provocando la aparición de nuevas dolencias.
Varios estudios han demostrado que el estrés influye en el sistema inmunológico del organismo y es conocida la relación existente entre el estrés y los trastornos gastrointestinales y su influencia en problemas cardiovasculares.
Junto con otras características personales afecta de forma significativa a la progresión de la fibromialgia, la artritis reumatoide, las cefaleas tensionales…
El dolor crónico es de por sí una situación potencialmente estresante.
Es una sensación desagradable, mantenida en el tiempo, que escapa a nuestro control, dificulta o impide el desempeño laboral, las relaciones sociales y el ocio.
Por otro lado, provoca además alteraciones en todos esos sistemas del cuerpo de los que hemos hablado con anterioridad, que se suman a la respuesta de estrés, generando un incremento en los síntomas tanto de dolor como de estrés.
Por ejemplo, el dolor provoca que nuestros músculos estén en tensión, en ocasiones nos genera tanto malestar que incrementa la tasa cardíaca, provoca angustia, rabia… y todas estas respuestas las encontramos igualmente como consecuencia del estrés.
En los trastornos de dolor se dan las dos vertientes: el dolor produce estrés y el estrés incrementa el dolor, dándose así una situación imposible de resolver si no se afrontan los dos problemas.
La intervención psicológica en el dolor apoya a los pacientes a afrontar esas situaciones de estrés asociadas al dolor, con técnicas altamente conocidas de la psicología adaptadas a cada paciente y a la patología de dolor que presenta, como técnicas de relajación, técnicas cognitivas para el afrontamiento al estrés, técnicas de resolución de conflictos o de toma de decisiones.
Un estilo de vida saludable a todos los niveles incluyendo una alimentación idónea, corrección de la vida sedentaria, relaciones sociales sanas y ocio saludable ayuda también a disminuir el estrés y por lo tanto el dolor.
¿Has sentido sentido la influencia del estrés en tu dolor o has notado que el dolor y sus consecuencias en tu vida te provocan estrés?