Dejarse ayudar

Convivir con una enfermedad crónica puede llegar a ser una experiencia abrumadora para la persona enferma y para su familia o amigos. La relación entre ambos puede suponer un reto importante por motivos diferentes: dificultades para entender la situación, distanciamiento emocional, cambio de roles, problemas de comunicación, dificultades para saber cómo ayudar…

Uno de los aspectos más importantes en la enfermedad es recordar que no tienes que enfrentarla solo.

Permitir que tus familiares, cuidadores y amigos te ayuden puede llegar a mejorar mucho tu calidad de vida. Te permitirá controlar un poco mejor el estrés y te brindarán apoyo emocional y práctico en tu día a día.

Si se lo permites, tu familia, amigos y cuidadores pueden ofrecerte…

Apoyo emocional: Las personas que te rodean pueden brindarte un apoyo emocional muy valioso. Compartir tus sentimientos y preocupaciones con ellos puede ayudarte a sentirte menos solo frente al dolor crónico. Te harán sentirme más seguro y confiado en tu capacidad para enfrentar los desafíos que se vayan presentando…

Puedes pensar que si no les cuentas lo que sientes les proteges, pero recuerda que te conocen y saben que no estas bien. Cuando hay huecos de información los rellenamos con nuestra imaginación.

Compañía: En la medida de lo posible, pasar tiempo con amigos y familiares puede ser una excelente distracción de los síntomas de tu enfermedad. Incluso si no se sientes muy bien físicamente, tener compañía puede mejorar tu estado de ánimo.

Ayuda práctica: Tus familiares, amigos y cuidadores pueden ayudarte a resolver tareas cotidianas que faciliten tu día a día: cocinar, limpiar, hacer recados… Saber que hay personas a tu alrededor que te apoyan te ayudará a sentirte más tranquilo y relajado controlando mejor tu estrés.

Un extra de motivación: tus seres queridos pueden ayudarte a seguir adelante cuando estés desanimada. Ellos pueden recordarte por qué es importante continuar siempre adelante apoyándote en tu camino. Construir hoy una red de apoyo sólida te permitirá contar con personas a las que recurrir en el futuro si necesitas más ayuda.

Conocer otras perspectivas: En ocasiones, cuando estamos atrapados en una situación difícil puede ser complicado tener una visión clara de las cosas. Compartirlas con personas con las que tenemos más confianza puede ayudarte a ver las cosas de una manera diferente encontrando soluciones que quizás no hayas considerado: consejos y trucos que ellos han aprendido de su propia experiencia o de otras personas que conocen.

Si tienes dificultades para aceptar su colaboración de manera natural considera la posibilidad de hablar de tu situación con un psicólogo especializado en ayudar a pacientes que sufren una enfermedad crónica.

Incluso puedes acudir con tu ser querido más cercano para entenderos mejor y aportarles estrategias para afrontar esta situación. 

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